sábado, 27 de junio de 2015

EL REGRESO.


'Yo a Ibagué vuelvo a vivir si me va mal en Bogotá, o ya para morirme'. Ese pensamiento me rondó la cabeza, y era casi que un mantra, durante muchos años de mi vida, desde aquel enero de 1.994 cuando salí de mi ciudad con rumbo Bogotá, para estudiar en la Universidad Externado de Colombia. 

Es un pensamiento que ha rondado también la cabeza de muchos de mi generación, e incluso posteriores a ella, porque crecimos en una ciudad a la que le costaba creer en ella misma, crecimos en medio de una sociedad caníbal, una sociedad en la que a quien levantaba la cabeza lo bajaban de una pedrada, o por lo menos eso era lo que sentíamos algunos.

Las cosas han cambiado, ya han pasado 21 años desde ese enero, e Ibagué es otra, yo también soy otro, apenas a un año de cumplir 40 afortunadamente he forjado una carrera que me ha permitido vivir de mi sueño de hacer música, y sin duda alguna estoy en el mejor momento profesional hasta ahora, con ganas y posibilidades de seguir creciendo y mejorando. En el campo personal, tengo una familia que atesoro, con una esposa maravillosa y generosa, y unos hijitos que iluminan cada rincón de esta Casa de Paz, y ahora vivimos en Ibagué. 

Regresé a vivir a mi ciudad, regresé a vivir a Ibagué. Al principio de nuestra reflexión expresando el deseo de buscar bienestar para nosotros y nuestra familia, los destinos posibles eran muchos, revisamos distintas posibilidades de vivir alguna ciudad de Colombia, incluso contemplamos algunas posibilidades en el exterior, pero no, el trazado fue un círculo y finalmente volvimos donde todo empezó para mi.

El lugar escogido fue Ibagué, mi ciudad, la ciudad en la que nací, la ciudad en la que mi esposa, que es de Tunja (Boyacá), se siente bien, y la ciudad donde nació nuestro hijo menor, Salvador.

¿Las razones de este regreso? La principal como ya dije, buscar una mejor calidad de vida para nosotros y nuestros hijos, que no vivan sitiados, que no pasen 1 hora y media por trayecto en el bus del colegio, que puedan salir por el barrio a montar bicicleta. Pero hay una razón adicional e igual de poderosa que nos hizo escoger Ibagué como nuestro lugar de familia, y esa razón es trabajar por esta ciudad. 

En este momento Ibagué tiene una oportunidad histórica, tenemos que aprovecharla, tenemos que elegir administradores que respeten la ciudad y sus ciudadanos. Que el paso por los puestos públicos no siga siendo el cuadre de caja del funcionario y su séquito. Pero tampoco podemos seguir esperando que alguien más nos solucione las cosas, está en nuestras propias manos una historia diferente.

Están pasando cosas muy interesantes en nuestra ciudad, hay un grupo inmenso de gente muy capaz que si se fue en algún momento, ya volvió para trabajar por la ciudad, y hay otra que nunca se fue, y siguen construyendo una mejor ciudad, a pesar de muchas cosas.

En los pocos meses que llevo viviendo de nuevo en mi tierra, y solamente remitiéndome al tema cultural, que es el que me compete, he podido conocer personalmente distintas iniciativas interesantes, en la ciudad y en la región. Proyectos como La Eskina del Barrio (http://youtu.be/Lb4qKO-5-J8), o la productora audiovisual FTZ ( www.ftzstudio.com ), son excelentes ejemplos de gente de acá, construyendo, trabajando, generando conciencia. Incluso me encontré con un muy buen estudio de grabación en el Guamo, Euforia Music ( www.euforiamusic.com ). Mauricio, y toda la gente de La Eskina del Barrio, Jose Luis y todo el equipo de FTZ, y Sherling en su consola, son muy valiosos para una ciudad como Ibagué, y para el Tolima.

Yo creo en mi, y creo en Ibagué, y por eso estoy acá. Y mucha gente está acá, y falta mucha por venir, mucha por volver. En la mente de todos nosotros está aportar cada uno desde nuestra orilla, para que los muchachos de 18 o 19 años al terminar el colegio, no quieran huir de Ibagué, si se quieren ir por impulso propio, bienvenido, si tienen los medios para irse, felicidades, pero que nunca más sea porque Ibagué no les ofrece un horizonte promisorio, que nunca más se oiga de boca de un joven Ibaguereño la frase 'Yo a Ibagué vuelvo a vivir si me va mal en Bogotá, o ya para morirme'.

Hay mucho por hacer, pero hay que hacerlo, y para hacerlo se necesita de gente buena, y de eso tenemos bastante.Repito, yo creo en mi, yo #CreoEnIbagué.

sábado, 6 de junio de 2015

XAVI

La sensación que me da Xavi Hernández es que es un buen tipo, nunca lo conocí personalmente, y quién sabe si lo conozca algún día, pero tuve el privilegio de verlo muchas veces frente al televisor, y el enorme regalo de verlo 3 veces en vivo y en directo, una con la Selección Española y dos con el Barcelona. La sensación que me dejan sus 17 años en el primer equipo del Barcelona F.C. es la de un jugador al que solamente le importó el fútbol, y lo respetó por encima de todo. Él fue fútbol, y cuando miremos hacia atrás, en un futuro próximo y también en uno lejano, veremos que él e Iniesta fueron un fútbol que añoraremos, es una idea a la vez tan romántica y nostálgica el fútbol que ese par pintaron juntos en una cancha, que aún sucediendo la añoramos. La añoramos aún mientras sucede, como si nos mostrara ese rincón de nosotros mismos en el que sigue habiendo espacio para soñar, a pesar que constantemente nos arrebaten los sueños, ese rincón en el que volvemos a ser niños y creemos en la magia, como si nos mostrara que en medio del peor temporal siempre hay una grieta en el cielo por la cual entra un rayo de sol.

La sensación que me da Xavi es que no le importó la cuenta bancaria, no quiero decir con esto que jugara gratis, ¡faltaba más! Ni tampoco quiero pecar de ingenuo, porque seguro que él tampoco lo es, es más, su salida del Barcelona será seguida por un jugoso contrato en Qatar, pero primero fue la gloria y luego la chequera, y no al revés, o por lo menos esa es la sensación que me da. Ahora bien, en un negocio donde las transferencias dejan grandes réditos económicos a jugadores y representantes, donde los números que se manejan son casi inmorales, le podemos quitar el casi, frente a la tragedia social de esta humanidad, el tipo se mantuvo leal a una institución, aún más allá, encima de la institución se mantuvo leal a una idea, una idea que le inculcaron desde niño al llegar a la cuna del Barcelonismo, La Masía, y de la cuna a la cima, la sensación que me da Xavi, es que defendió esa idea, él fue esa idea, y eso es de gran valor. Algún Club habrá querido comprar alguna vez a Xavi (que feo que suena eso, 'comprar a'), pero el tipo no se fue, la sensación que me da es que nunca se quiso ir mientras sintiera que podía seguir aportando a esa idea, mientras sintiera que podía seguir siendo esa idea.

Jugó fútbol, jugó 17 años como profesional en el mismo Club, y estuvo 24 años vinculado al Barcelona, y aún no recuerdo haberlo visto en pose de vedette, siempre con un perfil bajo fuera de la cancha, y el equipo al hombro dentro de ella, la sensación que me da Xavi es que él quería jugar fútbol, y nada más. Seguramente, repito, habrá hecho negocios comerciales, pero eso nunca sobrepasó el fútbol, su relación con la pelota y con sus cómplices en la cancha siempre estuvo por encima, primero la estética, luego la gloria y por último la cuenta bancaria, o por lo menos esa es la sensación que me da.

Puede ser que se confunda este texto como un texto futbolero, pero lo escribo más allá del fútbol. Veía el último partido de Xavi en la LFP, lloraba con él cuando salió reemplazado y se sentó en el banco de suplentes, lloraba con él mientras lloraba él hablando a los asistentes al Camp Nou, y pensaba: 'así tendría que ser todo, así tendría que ser la música, así tendría que ser la política, !así tendría que ser la vida!' Alguno me dirán ingenuo, otros me dirán romántico, otros me dirán imbécil, no me importa, la sensación que me deja Xavi es que es posible.

No es solamente fútbol, la sensación que me deja haber visto jugar a Xavi Hernández en el Barcelona tiene que ver con el respeto, la lealtad, la dignidad, todos esos conceptos bienvenidos en la cancha que los pongan, en el escenario que los pongan, en el sitio que los pongan.