viernes, 21 de agosto de 2015

Mi Manager.

'¿Vos que hacés cantando acá? ¡Tu música la debe conocer el mundo entero!', me dijo con su marcado acento argentino cuando me bajé del escenario del que era mi bar, a mediados de la primera década de este siglo, y yo le dije: 'Pues ayúdame', a lo que ella respondió: 'Pero, ¡yo no tengo ni idea de esto!', 'Precisamente por eso', contesté yo, cansado de haber dado miles de vueltas por el mundillo de los Managers que sabían de 'esto'.

La historia la he contado muchas veces, en algunas entrevistas, y en charlas privadas con amigos y conocidos que preguntan sobre cómo conocí y cómo llegué a trabajar con mi Manager, con Mariana Zuloaga, con la Negra.

Alguien me dijo alguna vez que un Manager debía tener 3 características fundamentales, 1) que le guste tu trabajo, 2) que tenga contactos, y 3) que trabaje incansablemente. Mariana Zuloaga, mi Manager, la Negra, cumple con esas de sobra, y le añade muchas más a la ecuación. Puedo ponerme a enumerarlas todas, porque sus virtudes son muchas, pero se que le daría un poco de vergüenza, el resumen es que mi Manager, Mariana Zuloaga, mi amiga del alma y hermana por elección la Negra, es excepcional. 

Aparte de todas sus cosas maravillosas, me aguanta, me contiene, y me guía, me dice que no cuando es necesario, y me dice que si a casi todo lo demás. Es el instrumento que la vida y Dios me pusieron al lado para cumplir mis sueños de carrera, y otros muchos personales, y lo hace fielmente, uno a uno, sin pausa y sin prisa, porque aunque parezca que vive a mil kilómetros por hora, ella saborea cada cosa, cada logro, por pequeño que sea, porque para ella nada es pequeño, todo suma, y todo cuenta.

La he decepcionado alguna vez, y ella me dice que me perdonó, y yo se lo agradezco desde el fondo de mi alma, porque este camino es bastante más centrado y sentido con ella a mi lado.

Le doy las gracias seguido, pero seguramente me quedo corto, y por eso estas palabras, es un intento de seguirle agradeciendo todo lo que me da, porque al final, de todo lo que recibimos de esta linda carrera, ella se queda con lo esencial, con esos pequeños grandes gestos que hacen la diferencia.

Solamente dos veces me he subido al escenario, estando ella cerca, y no le he dado un abrazo y recibido su bendición en la espalda, hace unos meses en Cali, creo, y esta noche, y resulta que termina siendo incompleto el show. ¡Perdón Negri! 

Su familia, la que tiene con su esposo y sus hijos, es una inspiración permanente para mi, es madrina de mi bebé Salvador, y a Violeta le decimos que llegó la tía Negra cuando viene a quedarse a casa, y así es, es familia. Su madre, la señora Inés, le ha tejido saquitos de lana a mis hijos, uno rosado para la mayor, y uno azul celeste para el menor, y Mariana cada 2 o 3 días me regaña porque no le he mandado foto actualizada de mis chiquitines.

Siempre está pegada a su celular, casi nunca sabe a qué hora es ningún vuelo, y después de cada comida siempre tiene que probar algo dulce, aunque sea una cucharadita. 

No es perfecta, gracias a Dios no es perfecta, pero eso si, deja el alma en lo que hace, y lo que hace resulta que es hacer posible que yo viva mi sueño, ¡que fortuna la mía! 

Algunos colegas en distintas etapas de este camino se le han acercado a preguntarle si quisiera trabajar con ellos, y su respuesta es: 'Es que yo no soy Manager, yo soy la Manager de Santiago Cruz, que es distinto', no hace falta agregar mucho más a esa frase.

El autocorrector de mi teléfono me ha puesto a lo largo y ancho del texto la palabra Manager con la M en mayúscula, parece que la conoce muy bien, porque Mariana es así, una Manager en mayúscula.