domingo, 11 de octubre de 2015

Vergüenza infinita


Crecí con las historias de los Juegos Deportivos Nacionales realizados en Ibagué en 1.970. Para ese entonces mi mamá era la candidata del Tolima al Reinado Nacional de la Belleza en Cartagena, y le tocó ejercer como guía en los Juegos, fue al Puente de Boyacá a recibir la Llama Olímpica, e hizo parte de la inauguración de los juegos. Muchas anécdotas más que hacen parte de mi memoria. Las instalaciones que dejaron esos juegos también hacen parte de la memoria, y de la realidad de la ciudad, las Piscinas Olímpicas, el Coliseo Cubierto, de hecho jugué algunos torneos de volleyball en ese lugar, y entrené muchas veces con la Liga del Tolima, el Parque de Banderas, un complejo que es todo un hito.

De eso hace 45 años.

Ser sede de los Juegos Nacionales ha sido para cada ciudad que los ha albergado, una oportunidad de mostrarse, de crecer, de fomentar en la comunidad valores que están intrínsecos en la práctica deportiva, superación, compañerismo, y los ojos del país entero se vuelcan a ser espectadores de las competencias, y como consecuencia, a ser visitantes de la ciudad, ni hablar de las delegaciones y medios que llegan a participar y cubrir el evento.

Hemos logrado lo segundo, que los ojos del país se vuelquen a ver a Ibagué como consecuencia de sus designación como sede de los Juegos Nacionales, pero las razones han sido las equivocadas. Lo que se ve, se lee y se oye en distintos medios de comunicación y redes sociales es acerca de demoras en las obras, errores en esas obras, y como consecuencia, según entiendo, han ido quitando disciplinas deportivas que se llevarán a cabo en otras ciudades, porque al parecer no fuimos capaces.

Esa no es la Ibagué que yo conozco, y ciertamente no es la Ibagué en la que quiero que mis hijos crezcan. Yo conozco y soy testigo de una Ibagué repleta de gente que cuando se propone algo lo saca adelante, que pone el bien común por encima del propio, y esa es mi Ibagué.

Me invitaron a cantar en la inauguración de los Juegos, y por más que me hubiese encantado participar de un evento así para mi ciudad, y continuar de alguna forma el vínculo que mi madre tuvo con los juegos de 1.970, ni hablar de la exposición mediática y el dinero que podría haber recibido como pago del show, el ciudadano ibaguereño que soy no se siente cómodo haciendo parte de algo que se ha manejado de manera tan irresponsable, por decir lo menos, así que amablemente he declinado esa invitación. 

Creo firmemente que la mejor protesta son las acciones que construyen, por ejemplo ir a rodar un vídeo al barrio Galán del sur de Ibagué, y rodarlo con la comunidad, haciéndolos parte fundamental del proceso y del desarrollo de la idea, dejando un mensaje positivo y de empoderamiento, pero también es cierto que hay veces en que quedarse callado raya en la complicidad.

Sé que en estos tiempos es casi imposible despolitizar este tipo de opiniones, pero no es una opinión política, es una opinión ciudadana. Como Ibaguereño me da una vergüenza infinita el manejo que se la ha dado a nuestra designación como Sede de los Juegos Nacionales. Todos los Ibaguereños estamos siendo testigos, todo el país está siendo testigo. Una lástima como desaprovechamos una oportunidad así.